8 de julio de 2014

Muerte y resurrección en Abydos: El santuario de Osiris (Egipto)

Templo de Seti I. Seti I ofrece al dios Amón dos telas de lino sagrado
Abydos (Tinis) se sitúa al sur de Egipto, a unos 97 kilómetros de la ciudad de Luxor, en la orilla izquierda del Nilo. La región fue el lugar de enterramiento más importante del período protodinástico y las primeras dinastías faraónicas, pero sobre todo, es depositaria de dos importantísimos testimonios del mundo antiguo: el templo de culto a Osiris, donde se representaba ritualmente la muerte y resurrección del dios a una nueva conciencia, y los primeros documentos escritos conocidos hasta la fecha, hallados en la necrópolis de Umm el-Qaab. Egipto siempre enigmático, mágico, ha ofrecido además, una vez más, nuevos hallazgos: una tumba de 3.500 años de antigüedad y un nuevo lugar de culto a Osiris, que podrían resultar reveladores para parte de los misterios. Es tal vez uno de los lugares más hermosos de Egipto y alberga, entre otros edificios, el Templo de Seti I dedicado en sus orígenes a Jenitamentiu, decorado con exquisitas escenas representando la vida de Seti I y su hijo Ramsés II, el Templo de Ramsés II, el Osireion, y la necrópolis de Umm el-Qaab. Demasiadas bellezas para ver en menos de dos horas, que es lo que lamentablemente permiten los horarios del convoy, por lo que es recomendable aprovecharlo al máximo intentando captar toda la esencia de los diferentes recintos. Texto: Alex Guerra Terra. Fotos: Eduardo Pi Peret: WebEduardoPiPeretPhotographer   -   Música
Templo de Seti I
Templo de Seti I: un libro de Historia. Conocido también como el Gran Templo de Abydos o Memnonium (como deformación de “Men-Maât-Rê”, nombre de coronación de Seti I, y llamado así por Estrabón), es un templo-cenotafio construido a orillas de la vía procesional para atraer la benévola atención de Osiris, y también de Isis, Horus, Amón, Ra-Horajti y Ptah, además de todos los faraones predecesores de Seti I. El faraón de la XIX Dinastía, fundó el templo que sería acabado por su hijo Ramsés II, quien más tarde construiría además un templo menor, conocido como el Templo de Ramsés II. Son las paredes y las columnas, adornadas con interesantes bajorrelieves muy bien conservados en su mayoría, lo que más llama la atención del recinto. Exquisitas representaciones de la vida de Seti I y Ramsés II que protagonizan ricas escenas (sobre todo en las salas hipóstilas), constituyen un importantísimo documento histórico (la Segunda Lista Real de Abydos y panegírico de Ramsés II) y religioso (resto de representaciones). La lista de los setenta y siete faraones de las principales dinastías “reconocidas” por Seti I, se halla grabada en una pared de un corredor a la izquierda de la segunda sala hipóstila (que conduce a una serie de estancias, las cuales servían como almacenes y despensas). La obra es célebre por su complejidad, conservación, delicadeza y refinamiento artístico, aunque los conocedores del arte egipcio afirman que ésta carece de la viveza y el carácter de épocas anteriores. Podemos observar escenas de la fundación del templo donde Seti fija con la diosa Seshat los contornos del edificio y luego coloca las primeras piedras, otra del nacimiento divino del rey, o donde Ramsés II es purificado por Tot y Hathor, o representaciones de batallas y de los pueblos conquistados de un realismo increíble. Y sí, es en este templo donde podremos observar de cerca los famosos “submarinos”, “lanchas” y “helicópteros” de Abydos, en realidad, según mi parecer claro, sólo pareidolias producidas por superposiciones y la pérdida de algo de pasta de relleno, que con el tiempo provocaron estas formas que muchos han interpretado como de máquinas modernas.
Templo de Seti I
Templo de Seti I
Pilares rectangulares, columnas papiriformes… Pero no sólo las paredes, sino también las columnas, contienen hermosos testimonios en forma de bajorrelieve. Es una lástima que no nos alcanza el tiempo disponible, para poder admirar como se merece todo este bello arte. El pórtico está precedido por doce pilares rectangulares decorados en las cuatro caras con escenas de Ramsés II abrazado por diferentes divinidades. En las caras frontales de los pilares el rey mira siempre hacia la entrada al templo, hacia la derecha en los seis pilares de la izquierda y al contrario en los otros seis de la derecha. La sala hipóstila exterior contiene 24 columnas papiriformes divididas en seis grupos de cuatro columnas cada uno, manteniendo los siete corredores originales que daban acceso directo a las siete capillas.  Todas las columnas están decoradas con bajorrelieves representando a Ramsés II ante cada uno de los dioses agrupados en tríadas. Un verdadero libro de historia egipcia.
Templo de Seti I. Seti I ante la diosa Isis (¿Hator?) en su trono, otorgando al faraón
los emblemas de la vida eterna. No se sabe si es Isis o Hator porque no se ve el
nombre, que está borrado en los relieves
Culto a Osiris: el más allá se democratiza. Osiris era hijo de Geb y de Nut, hermano y esposo de Isis, y también hermano de Neftis y Seth. Podemos identificarlo fácilmente en las representaciones, ya que siempre aparecía envuelto en un sudario del que salían las manos con las que sujetaba los cetros de poder. Sobre la cabeza llevaba una corona troncocónica flanqueada por dos plumas a cuya base se añadían, en el Reino Nuevo, dos ureos, disco solar y dos cuernos de carnero horizontales y retorcidos (la llamada corona Atef). Su piel se representaba verde o negra, los colores de la vegetación y la tierra, como símbolo de renacimiento. Pero durante el Primer Período Intermedio, el principal dios de la zona no era Osiris sino Jentyamentiu, "el que está a la cabeza de los occidentales", que poco a poco comenzaría a ser visto como un aspecto de Osiris. Con la progresiva fusión de las dos deidades se les llegaría a considerar como un mismo dios, llamado durante el Reino Medio, Osiris-Jentyamentiu, una divinidad de buen corazón que se apiadaba de los seres humanos porque había sufrido como uno de ellos, que amaba a su pareja Isis y era un buen padre con su hijo Horus. Eso es lo que enseñaba a los hombres el mito de su vida, muerte y resurrección (o renacimiento), en el más allá, muy cerca del ser humano. Osiris fue el dios egipcio más importante del más allá. Los difuntos eran denominados "el Osiris..." y tras ello el propio nombre, en un deseo de identificarse y fusionarse con el dios. Por esta y otras muchas razones, se cree que a partir del culto a Osiris,  se produjo una “democratización” de las creencias funerarias, ya que hasta ese momento el soberano era el único que podía disfrutar de una vida en el más allá.  Este derecho más tarde se extiende a todos los que puedan cumplir determinados requisitos (ajuar, papiros religiosos, sarcófago, momificación...), e incluso las personas que debido a sus escasos medios económicos no podían hacerse construir un cenotafio, levantaban en su lugar una serie de estelas donde aparecían sus nombres identificados con el dios  Osiris, ofreciendo sus ofrendas y garantizándose de esa manera la ansiada eternidad.
Templo de Seti I
La fiesta de Sokar-Wesir. El viaje o la peregrinación a Abydos se convertiría en una obligación para todos los egipcios, en un precepto que perviviría más allá de la Baja Época. Comenzaron a realizarse  festivales y procesiones que acompañaban los personajes más importantes. Uno de los más relevantes era la fiesta de Sokar-Wesir, llamada así por los griegos (aunque “wsir” es “Osiris” en egipcio antiguo), que consistía en una serie de rituales  y celebraciones que rodeaban  la muerte, entierro y establecimiento de Osiris en el trono de Amenti, la tierra del Oeste donde moraban los difuntos. Esta fiesta se celebraba hacia el final de la estación de Akhet (Inundación) en el cuarto mes o Ka-her-ka, para restaurar la fertilidad de la tierra  y la de las personas que estaban comenzando a sembrar. Era la más solemne de todas las fiestas egipcias de la antigüedad, y seguramente una de las más pintorescas, ya que en Osiris los egipcios que peregrinaban desde todos los rincones, llegaban a comprender su propia muerte y llenaban su deseo de inmortalidad, acercándose al  potencial creador que existe en cada persona. Para conocer detalles de cómo se desarrollaban, un documento imprescindible es el texto recopilado por un personaje llamado Ijernofret, enviado por orden de Senusert III como delegado del monarca, en el que se reflejan minuciosamente las escenas más extrañas de la fiesta.

En el Reino Nuevo, Osiris era ya un dios completamente consolidado, que ya no necesitaba
identificarse con el antiguo Jentyamentiu; su importancia traspasó con mucho los límites de su propia provincia, y Abydos se afianzó como el centro de su culto, haciéndose sus procesiones aún más sagradas.
"Wsir", jeroglífico de Osiris
Osiris y la vegetación: muerte y resurrección. Osiris era también un dios de la vegetación; moría en la estación más seca y renacía tras la retirada de las aguas de la crecida. Su mito reflejaba un fenómeno natural: el nacimiento, desarrollo y muerte de las plantas. Al llegar cierto período del año, la tierra de Egipto quedaba cubierta por la inundación del Nilo, entendiéndose que sobrevenía el caos, que la devolvía a la situación acaecida en el comienzo de los tiempos. Mitológicamente se interpretaba que Seth, dios caótico del desierto, había desestabilizado el orden y había vencido al valle fértil, cuyo representante era Osiris. La zona fecunda quedaba inmersa bajo las aguas para renacer más tarde, cuando la inundación se retiraba, y éste era el momento del nacimiento de las cosechas, momento en el que Isis había resucitado a su esposo haciendo retornar el orden establecido. De este modo, tenemos un desarrollo cíclico: llegada de la crecida (advenimiento del caos, muerte de Osiris), retirada de la crecida (nacimiento del mundo Ma’at) y nacimiento de las plantas (resurrección de Osiris).
Templo de Ramsés II
Las “camas de Osiris”. Como hemos explicado, Osiris es una deidad fecunda que se manifiesta en la vegetación, y como tal, los egipcios entendían que "moría" en la estación más seca y "renacía" tras la retirada de las aguas de la crecida. Su representación lo muestra como si "acabara" de resucitar, ya que continúa envuelto en el sudario y tiene el rostro verde o negro, como símbolo de renacimiento. En este hecho estaban inspiradas las llamadas "camas de Osiris", que eran unos pequeños moldes de madera con la figura de Osiris que se rellenaban con tierra y grano. Típicas del Reino Nuevo, se hacían colocar en las tumbas desde el Reino Medio. Más adelante en la Baja Época aparecieron los "Osiris vegetantes" que formaban parte del ajuar funerario. En el molde se mezclaba limo y grano, que al germinar dentro de la imagen de Osiris, rememoraba la función de divinidad del grano (en su nombre de Nepri), cumpliéndose así el ciclo de nacimiento, crecimiento, muerte y renacimiento, proceso al que se sumaba el difunto de forma mágica, obteniendo así su propio renacimiento y regeneración en el Occidente. También se modelaban figuras momiformes con barro y otros materiales mágicos (minerales, sustancias aromáticas, etc.), que luego se vendaban cuidadosamente y solían introducirse en un pequeño sarcófago de madera. Estas figuras se enterraban el mismo día en que había acontecido la muerte de Osiris, y se renovaban todos los años por otras de similares características.
Templo de Ramsés II. Ramsés II divinizado en su barca solar, siendo arrastrado por el inframundo por seis divinidades con cabeza de
halcón. A la derecha el dios Thot lo recibe con la mano alzada
Templo de Ramsés II
Templo de Ramsés II: Primera Lista Real de Abydos. Aunque se halla en bastante mal estado de conservación y algunas zonas quedaron inconclusas, sus muros, tal como los del Templo de Seti I, también están decorados con pinturas, aunque sin esculpir, constituyendo el mayor atractivo del recinto. Es aquí donde se encontró la Primera Lista Real de Abydos, que lamentablemente no podremos presenciarla in situ ya que se encuentra en el Museo Británico. Al norte del llamado Vestíbulo de los Toros, se abre una puerta al exterior que comunicaba con el Templo de Seti I, construido para supervisar e inspeccionar las obras de construcción del templo y para residir durante el desarrollo de las fiestas. Alrededor de él existían una serie de estructuras en adobe, que eran utilizadas como almacenes y para, entre otras cosas, alojar a los animales destinados al sacrificio. Dentro del edificio parten dos corredores ascendentes: el primero lleva a la llamada Sala de las Barcas, quizá el lugar donde se alojaban las barcas sagradas del dios, aquellas que se utilizaban en las procesiones, seis de las cuales se encuentran representadas sobre los muros (las de Horus, Amón, Ra-Horajti, Ptah, Isis, y Osiris). El segundo conduce a una salida posterior del templo. Este pasillo fue construido por Seti I y decorado por Ramsés II, y contiene unas representaciones inacabadas de calidad inferior a los del resto del santuario, no sabemos exactamente por qué. Unas escaleras conducen a la terraza del templo (que está comunicado con el Osireion), lugar desde donde los sacerdotes realizaban observaciones astronómicas. 
El Osireion, el gran Templo de Osiris
Osireion: la falsa “tumba de Seti I”. Según la historia oficial, fue construido por Merenptah, hijo de Ramsés II, supuestamente en su origen capilla funeraria construida por el faraón Pepy I de la VI Dinastía, y que iría evolucionando a lo largo de los años hasta convertirse en el gran Templo de Osiris: el Osireion. Pero lo cierto, como veremos más adelante, es que existen otras versiones. Sus ruinas (al norte del Templo de Seti I), aún perduran dentro del recinto de la ciudad, impresionantes, con sus gigantescas piedras sumergidas en las verdes aguas, que actualmente hacen imposible el acceso al interior debido al nivel de las mismas. Ya lo dijo Estrabón, en su obra “Geográfika”. En ella se refiere a un canal del río que pasaba  bajo el cenotafio, lo que provocaba que al menos la parte principal del templo quedara anegada por las aguas. Se cree que el Osireion buscaba, con esta organización interna, la evocación de la creación, repitiendo la colina primigenia que emergió de las aguas primordiales (el abismo), sobre la que germinó una mata de cebada como resurrección del dios Osiris, ya que su disposición era la de una isla rodeada por un canal. Pero de hecho el Osireion está construido por debajo del nivel del suelo, lo cual podría querer decir que fue construido en una fase anterior a la del Templo de Seti I, antes de que el nivel del suelo se elevara debido a la sedimentación producida por las crecidas y bajadas del Nilo. Además, observando sus ruinas, no hace falta ser un experto ingeniero, o un arqueólogo, para percatarse de que el recinto es singular con respecto al resto del Antiguo Egipto. El templo se construyó de piedra caliza, arenisca rojiza y granito rosa para los pilares. Los bloques de granito son enormes moles de hasta cincuenta toneladas, muy similares a los utilizados en el Templo del Valle de la Pirámide de Kefren. Algunos investigadores sugieren que estos dos monumentos, junto a otros, pertenecerían a una fase previa a la IV Dinastía. Además, a pesar de contener en sus muros hermosas decoraciones pintadas con representaciones del Más Allá, el Libro de los Muertos o el de las Puertas, este recinto no presenta jeroglíficos (como los otros de Abydos), lo cual resulta extremadamente extraño. La verdad, comparándolo con el Templo contiguo, de Seti I, vemos dos ideologías y dos elementos constructivos completamente diferentes. ¿Por qué son atribuidos a la misma dinastía? Es una de las tantas preguntas sobre el Antiguo Egipto que aún no tiene una respuesta satisfactoria.
El Osireion, el gran Templo de Osiris
Excavaciones de restos de Mentuhotep II en Abydos. Julio 2014
Cuna de escritura: la necrópolis de Umm el-Qaab. La necrópolis está situada aproximadamente a 3 kilómetros al oeste del Templo de Seti I, y posee una extensión de unos 800 m2 que contiene unas trescientas cincuenta tumbas, de entre las cuales al menos ocho pertenecen a los monarcas de las dos primeras dinastías egipcias. Pero lo más importante: alberga los documentos más antiguos conocidos, un conjunto de trescientas jarras y tablillas de arcilla encontradas en el enterramiento del soberano Escorpión I de la necrópolis, fechados entre 3300 y 3200 a.C. y estudiados por el equipo del Instituto Alemán de Arqueología, dirigido por Günther Dreyer. Las piezas están inscritas en caracteres jeroglíficos incisos o dibujados en tinta, desvelando lo que fue una verdadera escritura, compuesta de signos fonéticos que relacionan los impuestos pagados en especie (lino, aceite) al rey, y no la tradicional escritura ideográfica conocida durante ese período. El nombre de la necrópolis, que significa “madre de los cacharros” en árabe, se debe tal vez a los numerosos fragmentos de vasos cerámicos depositados desde el Reino Medio hasta el Periodo Romano, rotos de forma ritual por los antiguos viajeros que acudían a la misma, después de haber orado y presentado su ofrenda ante la supuesta “tumba de Osiris”. La falsa “tumba de Osiris”. Tanto Plutarco como Herodoto, hicieron referencia en sus textos a Abydos como el lugar que guardaba la mitológica tumba de Osiris (el último rey atlante para algunos investigadores), llegándose a considerar la tumba del faraón Dyer (enterrado con 590 servidores sacrificados), como la de Osiris. Fue precisamente en Umm el-Qaab, donde Amelineau creyó haber encontrado la "tumba de Osiris", ya que el arqueólogo había tomado como punto de partida la información de aquellos escritores clásicos, donde se mencionaba la existencia del enterramiento. Sin embargo, más tarde Petrie aportó datos concluyentes respecto a la sepultura encontrada: según él, se trataba del lugar de descanso póstumo del rey Dyer, acondicionado más tarde por los sacerdotes de Osiris en Abydos, que ya en el Reino Medio identificaron este lugar con el de inhumación del dios. Sin embargo, es un misterio que aún se ha de resolver, pues muchos seguidores de las teorías atlantes, consideran este sitio como el del último descanso del gran Osiris.
Tumba de Senebkay en Abydos. Marzo 2014
Nuevos hallazgos: la tumba real de Senebkay y un nuevo lugar de culto a Osiris. En marzo de 2014 un equipo de la Universidad de Pennsylvania daba a conocer el hallazgo de la tumba del rey Senebkay, un faraón casi desconocido hasta el momento y que reinó hace unos 3.600 años. La tumba consta de cuatro estancias decoradas con imágenes de las diosas Nut, Neftis, Selket e Isis, y los textos identifican la tumba como del “rey del Alto y del Bajo Egipto, Woseribra, el hijo de Ra, Senebkay”. La momia, de un varón de 40-45 años de edad y 1,70 metros de altura, apareció descuartizada, probablemente debido al período convulso que se vivía entonces, y se encontraba dentro de una habitación-sarcófago de cuarcita (típico del Reino Medio) de 60 toneladas de peso. El sarcófago había sido reutilizado, ya que se encontraron allí restos de una caja de madera para vasos canopos, que llevaba grabado el nombre del faraón Sobekhotep, quizá el primer monarca de la XIII dinastía y del que más tarde el equipo estadounidense encontró la tumba, bajo los restos de una pequeña pirámide cerca de la de Senebkay. Ambas tumbas forman parte de un intrincado complejo de pasadizos y laberintos excavados en el subsuelo, que podría albergar otras tantas aún no halladas. Derrumbe que deja al descubierto un lugar de culto a Osiris. En julio de 2014 se dio a conocer un lugar de culto a Osiris en Abydos, cuando debido a las excavaciones furtivas de saqueadores, un derrumbe provocó labores de limpieza por parte del Ministerio de Antigüedades egipcio, lo que dejó al descubierto una pequeña construcción de piedra caliza, con piezas arqueológicas e inscripciones pertenecientes al faraón Mentuhotep II (XI dinastía), del que se tenía muy poca información hasta ahora.
Templo de Seti I. Seti I ante
el dios Anubis, en la primera
sala hipóstila del templo
Algunas curiosidades: Stargate y el robot Upuaut. Abydos es el nombre del planeta ficticio de la película “Stargate”, en la que el personaje de Goa’uld Ra es originario de ese planeta (que se halla al otro lado del universo), y lleva a un grupo de humanos raptados desde el Antiguo Egipto para trabajar en las minas de Abydos. Así, sus habitantes, serían descendientes de estos primitivos humanos de la Tierra. El planeta es revisitado en varias ocasiones en la serie-secuela “Stargate SG-1”, pero aquí se encuentra en nuestra propia galaxia (siendo el más cercano a la Tierra), y el personaje de Goa’uld Anubis lo destruye, y asesina a toda su población (en la sexta temporada de la serie). Después de ser un dios funerario completamente consolidado, que ya no necesitaba
identificarse con el antiguo Jentyamentiu, Osiris fue limitado en sus funciones al inframundo a partir de principios de la XII Dinastía, asumiendo Upuaut, “el que abre los caminos” o “señor de la tierra sagrada” (conocido por ser representado como perro o chacal negro con cabeza blanca, sobre una enseña y con uno o dos ureos que surgen de los lados de las patas) el control de sus deberes como dios funerario. El nombre de Upuaut fue el escogido para el robot que exploró por primera vez los conductos de ventilación de la cámara de la reina en la pirámide de Keops.





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